28 noviembre 2006

El corte de pelo

El otro día fui a cortarme el pelo. Las mujeres cuando van a cortarse el pelo dicen que van: “A la peluquería”. Nosotros sólo decimos “voy a cortarme el pelo”. Porque la verdad es que solo queremos eso, ir, cortarnos el pelo y salir cuanto antes de allí. Pero eso cada vez es más difícil…

En lo único que coincidimos hombres y mujeres es una cosa, a ambos nos justa tener nuestro peluquero/a. Pero mientras nosotros llegamos, saludamos, nos sentamos y no tenemos que decirle al nuestro que tiene que hacernos, porque siempre nos hacemos lo mismo, nos podemos dedicar a charlar con él/ella de lo que sea; las mujeres no, las mujeres llevan ideado un completo y complicado cambio de imagen, ayudado muchas veces por la última foto que han visto en el Hola.

El problema para nosotros es cuando a tu peluquero/a le pierdes la pista.

Eso es una hecatombe. Yo, durante más de 4 años he tenido a la misma peluquera. Se llama Ana. La tía era la caña. Llegaba a la peluquería y no tenía que decirla nada, ella sabía perfectamente lo que quería, cómo y lo hacía. Echábamos una charlada y hasta la próxima vez. Pero lo ha dejado y ahora me ha tocado salir a la jungla.

Así que como os decía el otro día entré en la peluquería que hace poco han abierto al lado de casa. “Da igual una que otra”, pensé, “y al menos aquí estoy cerca de casa, en caso de fracaso me vería menos gente…”

La peluquería en sí tiene buena pinta, es del tipo “centro de belleza”, con muchos sillones, muchos espejos por todos los lados, mucho que si te tengo que dar hora, cuando te viene bien, que si manicura, que si mucho hilo musical, que si rayos uva… y sobre todo (lo que más me escamó) mucho personal. Que digo yo: tanto dinero da esto para pagar a tantos? (Yo siempre que pasaba sólo veía dentro a una o dos clientas). Por lo que te asalta la duda: serán de prácticas???

Todo esto lo pensaba mientras la chica que me había “abierto la ficha” (a mí Ana nunca me había abierto ficha alguna) me decía que la acompañara para lavarme la cabeza. La chica en cuestión era una gorda que con la bata blanca (cuando aprenderán que los colores claros engordan, y los donuts, tb) que llevaba parecía una nevera de dos puertas, de las que dan cubitos y todo. Y con un corte de pelo… por qué ahora las peluqueras/os llevan esos cortes de pelo? Para mí que como son tantas, y se aburren todo el día allí metidas, se dedican a hacerse putadas las unas a las otras y se hacen esas cosas.

Esta tenía todo el pelo recogido en una especie de trenzas anudadas con gomitas de colores que unido a los 3 pendientes que tenía en cada oreja y al que tenía en la lengua, así de pronto te venía a la mente la imagen de la bruja avería, con la cabeza llena de cables y descojonándose pensando en lo que te iba a hacer.

A lo que íbamos… la gorda me estaba lavando la cabeza y de repente el hilo musical se calló. La gorda como impulsada por un resorte le dice a la compañera. “¡¡Pon el disco!!”. No se por qué, pero me empezaron a venir a la cabeza imágenes de mi vida…

Como pude comprobar segundos más tarde mí sentido arácnido, una vez más, ¡¡tenía razón!! El disco en cuestión era de Chayanne y la canción que la gorda solicitaba con premura era Candela. Si! Lo habeis adivinado: ella era CANDELA!!!

Bueno, pues nada, al ritmo del puertorriqueño la gorda se iba contoneando alrededor de mi cuerpo, inmovilizado por el miedo que la situación me producía el contoneo y las tijeras que blandía como quien toca las maracas.

-Déjame recorrerte entera (cantaban a dúo chayanne y candela) y tris tris las tijeras junto a mi oreja… (a ver como sigo llevando yo las gafas…)

En unos de sus “sensuales” movimientos la gorda tropezó y me impactó en el cogote con, llamémosle, uno de sus senos:

- Uy perdón, es que yo con Chayanne me pierdo… (eso me hubiera gustado a mi, perder el conocimiento, y cesar tanto sufrimiento)

- Nada hija nada. Te queda mucho?

- No, no, recortar las patillas y echarte un poco de gomina

Decidí cerrar los ojos y encomendarme a algún espíritu bueno y protector. Pasados 5 años, según mi reloj 5 minutos me dice que ya ha terminado. Con todas las fuerzas que fui capaz de reunir le levanté y la acompañé hasta la caja.

El viento frío de la tarde azotó mi cara al salir. Que sensación más agradable! Una lágrima furtiva asomó en mi ojo derecho. Había conseguido salir vivo y sin lesiones graves! Podía contarlo al menos! Cuantos compañeros habrán caído por el camino? Y sin volver la vista atrás me alejé de aquella sucursal del infierno para no volver jamás….


(Por cierto, alguien sabe porque razón, con todo lo que ha avanzado la ciencia, con sondas en Marte y todo…. ¿¿Por qué coño nadie ha inventado algo realmente efectivo para que cuando llegues a casa de cortarte el pelo no tengas pelillos hasta en el calzocillo??)